jueves, 14 de agosto de 2008

LA MÚSICA EN LA LITURGIA


Introducción

Tomado del Vocabulario Básico de Liturgia, de José Aldazábal

La música en su aspecto instrumental y vocal constituye uno de los elementos más privilegiados en las celebraciones litúrgicas; “sobresale entre las demás expresiones artísticas” (SC 112).

El Concilio Vaticano II brindó a la Iglesia importantes datos a la música. El capítulo IV de la Constitución sobre la Liturgia, denominada “Sacrosanctum Concillium” (Sigla SC), entre los números 112 y 121 establece los principios básicos de su papel en la celebración de la Iglesia.

Es de destacar el carácter “ministerial”, es decir, el estar en servicio para que la comunidad cristiana pueda participar más profundamente en el misterio divino que acontece en cada celebración. El Concilio señala los valores de la música: “la música sacra será tanto más santa cuando más íntimamente está unida a la acción litúrgica, ya sea expresando con mayor delicadeza la oración o fomentando la unanimidad, ya sea enriqueciendo de mayor solemnidad los ritos sagrados” (SC. 112).

A pesar de reconocer como propio de la liturgia romana el canto gregoriano, el Concilio afirma que “la Iglesia aprueba y admite en el culto divino todas las demás formas de arte autentico, que estén adornadas de las debidas cualidades” (SC 112), y explícitamente, junto a la polifonía, nombra el canto religioso popular (SC 118). Igualmente, aún dando prioridad al órgano de tubos, añade que “se puede admitir otros instrumentos, siempre que sean aptos o puedan adaptarse al uso sagrado, convengan a la dignidad del templo y contribuyan realmente a la edificación de los fieles”(SC 120).

La Iglesia siguió orientando sobre la música en la liturgia a través de la Instrucción Musicam Sacram de 1967, que habla de las “normas generales”, “los actores de la celebración”, “el canto en la celebración de la Misa”, “el canto del Oficio Divino”, “el canto en los sacramentos y otras celebraciones”, “la lengua del canto”, “la preparación de melodías para las lenguas vivas”, “la música sagrada instrumental” y “las comisiones para la música sagrada”. El mismo año 1967 se editó el “Graduale Simples” para las iglesias más iqueñas. En 1970, la introducción al Misal Romano habla del canto y de la música en la Misa. Y en 1971, la “Institutio” de la Liturgia de las Horas dedica sus números 267 al 284 al canto en el Oficio Divino.